Ocho inducidos al Salón de la Fama de la NFL en Canton, Ohio.
Emotivos discursos de agradecimiento y anécdotas rodeadas de risas y lágrimas fueron los que se compartieron en la tarde del sábado en la Ceremonia de inducción al Salón de la Fama de la NFL, en Canton Ohio; cinco exjugadores, dos exdirectivos y el homenaje póstumo a Junior Seau por parte de su hija Sidney quien brindó palabras a nombre de su padre quepd.
El camino al Salón de la Fama de la NFL, para muchos jugadores es la última meta de un largo camino de miles de horas de entrenamiento, golpes, silbatazos, en donde la entrega, el trabajo intenso, la disciplina pero sobre todo el compromiso personal por destacar y ganarse un lugar en el equipo se ven recompensados en un día de agosto, cuando ante miles de aficionados la ovación final es el mejor reconocimiento a una vida de dedicación por amor al futbol americano.
Jerome Bettis, Tim Brown, Charles Haley, Junior Seau, Will Shields, Mick Tingelhoff, forman parte ahora del equipo más grande de todos los tiempos, en el cual los miles de aficionados que los vieron jugar domingo a domingo, ven a sus héroes recibir esa distinción tan especial que los encumbra en lo más alto del futbol americano profesional.
Canton Ohio, la última parada del “autobús” Jerome Bettis.
Después de una longeva carrera y con un anillo de campeón en su dedo, Jerome Bettis celebró emocionadamente este día tan esperado para él y los miles de aficionados de la “Steeler Nation”, no dudó en agitar la toalla terrible para conmemorar este acontecimiento; una estruendosa ovación respondió al llamado de su querido autobús. Se une a otros 18 inmortales del equipo negro y oro de Pittsburgh,
Pocos jugadores pueden manejar la popularidad tan bien como lo ha hecho él y llegarán sin duda más jugadores para una de las franquicias modelo en la NFL.
Tim Brown, seguir los consejos de su coach para triunfar.

El mejor receptor en el uniforme plata y negro, modelo de constancia y disciplina dentro del emparrillado, su actuaciones en el campo fueron las que destacaron su actividad, fuera del reflector al salir del estadio, hacen de Tim Brown un ejemplo a seguir para muchos jóvenes que llegan a la NFL para cumplir un sueño.
Charles Haley, cinco campeonatos y ser el mejor en cada jugada.

Su mentor fue Ronnie Lott, quien pudo guiarlo a brillar en su carrera deportiva; se sobrepuso a problemas psicológicos que afortunadamente ha ido controlando le han permitido llegar a ese lugar que la historia le tenía reservado. Charles Haley es ahora una persona controlada y maneja bien su temperamento. Ha dedicado parte de su vida en el retiro para ser un consejero de jóvenes jugadores
Junior Seau, algo más que un jugador, un padre y su legado.
Lamentablemente para su familia, Junior Seau no pudo estar presente para presenciar su ingreso al salón de la fama; el triste desenlace en el cual terminó su carrera al suicidarse dejó una gran tristeza en el mundo de la NFL pero el dolor más profundo lo sigue experimentando su familia. Su legado en el terreno de juego como uno de los mejores linebackers de todos los tiempos y el respeto hacia el rival le mereció ser reconocido por muchos jugadores como una gran persona.
Para su hija Sydney Seau, su padre era la diferencia en el emparrillado, en lugar de hacer sólo la diferencia; su energía se contagia fue una luz más allá del jugador que brilló en el defensiva de los Cargadores de San Diego, equipo al cual llevó a su primer y único Super Bowl.
Pavimentando el camino para la gloria, Will Shields.

Un dominante guardia de los Jefes de Kansas City, el cual pese a no haber participado nunca en un juego de Super Bowl, es reconocido por el comité por su perseverancia en el terreno de juego; 12 participaciones consecutivas en el Tazón de los profesionales hablan de la calidad de jugador que fue Will Shields para llegar a este estelar momento en su vida deportiva.
Perder no siempre significa haber hecho un mal trabajo.
Transcurrieron 37 años para llegar al Salón de la Fama, pero al final el destino le sonríe a uno de los jugadores que perdieron cuatro Super Bowls con los Vikingos de Minnesota; el centro Mick Tingelhoff jugó durante 17 años temporadas sin faltar a un sólo juego, sus número ahora parecen una marca muy difícil de alcanzar; se requiere de mucho esfuerzo para mantener y conservar ese puesto; solamente pierde una final, quien llega a ella.
Es cierto que los jugadores que resultan vencedores acaparan los reflectores para el resto de su vida; pero sin un rival digno no existe una victoria completa. Su número se encuentra en el anillo del honor de los Vikingos, un reconocimiento a su destacada labor durante su estancia con el equipo del entonces Coach Bud Grant.
En la NFL no irás a ninguna parte sin un quarterback y una visión.


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